miércoles, 6 de abril de 2011

ANTECEDENTES PGM

ANTECEDENTES
En 1900 Europa se hallaba en una situación equilibrada y que hacía pensar en una próspera paz. Existía un balance de poderes que se sostenía en una serie de alianzas forjadas por matrimonios entre figuras importantes. La sangre del Rey Jorge V de Inglaterra se había mezclado con la del Zar Nicolás II de Rusia, y la del Kaiser Guillermo II de Alemania con la del emperador Franz Joseph de Austria. El desarrollo comercial marítimo era próspero para Inglaterra, Alemania se había convertido en un gigante industrial, con eficientes y crecientes fábricas y su marina crecía rápidamente. Francia se había convertido en el centro mundial de la cultura y los negocios. Rusia era una sutil monarquía, aunque decadente, poseía figuras poderosas de la literatura y el arte y aunque su ejército no contaba con suficiente tecnología bélica, era enorme. Austria, se caracterizaba por estar siempre al borde de dividirse en fragmentos étnicos. En Estados Unidos, Woodrow Wilson, guiaba al gigante norteamericano con optimistas y pacíficos sueños. La mayoría de los estadounidenses de esa época pensaban que las guerras europeas no eran de su incumbencia.
Hasta la primera guerra mundial los Balcanes están bajo dominio del Imperio otomano. La subida al poder de los jóvenes turcos supone la laicización del Imperio y el comienzo de las reformas liberales de tipo occidental. Entre 1908 y 1918, con el fin de la primera guerra mundial cae el Imperio y Turquía se convierte en una república. El desmembramiento del Imperio turco supone la creación de pequeños países en el Próximo Oriente, que colonizarán los países europeos, y la creación de numerosos países en los Balcanes.
La paz de Versalles supone una auténtica revolución para la zona, ya que desaparecen todos los imperios que tenían intereses en la región: Austria-Hungría, el Imperio otomano y Rusia. El aspecto de las fronteras en la zona cambia radicalmente, y aparecen nuevos países.
Con la paz Austria pierde gran parte de sus territorios, y Hungría se independiza definitivamente. Rumania, Bulgaria, Grecia y Albania se consolidan como países independientes.
Servia se anexiona, del Imperio austro-húngaro: Bosnia-Herzegovina, Croacia y Eslovenia, creando, así, los Estados Balcánicos del Sur o Yugoslavia, aunque no consigue las aspiraciones del nacionalismo paneslavo, al quedar fuera Bulgaria.
Estos países se industrializan rápidamente, creando un importante proletariado que será, en
buena medida, revolucionario, al tener en la reciente Revolución rusa su modelo. Pero este socialismo revolucionario se verá enfrentado a dictaduras de tipo fascista, que tendrán su máximo desarrollo tras el crac de 1929. Hungría en 1920, Bulgaria en 1923, Albania en 1925, Yugoslavia en 1929, Austria en 1933, Grecia en 1936 y Rumania en 1938. Esta será la Europa de las dictaduras.
Dos países merecen especial atención Hungría y Yugoslavia
antecedentes
Tras la derrota diplomática rusa en la Crisis bosnia de 1908, esta trató de recuperar su influencia en los Balcanes induciendo a los estados de la península a asociarse, bajo su supervisión.[1] En 1911, llegaba también a un acuerdo con Italia
para cooperar con ella en la región.[1] El mismo año, la derrota del Imperio otomano ante la misma Italia en la Guerra Ítalo-Turca que le permitió a esta anexionarse Libia y la continua inestabilidad en el Imperio hicieron que los estados balcánicos viesen como inminente la partición de Macedonia.[1]
A pesar de sus rivalidad por controlar Macedonia y erigirse como la potencia principal de los Balcanes, Bulgaria y Serbia lograron alcanzar un acuerdo el 13 de marzo de 1912 de defensa mutua y contrario a la repartición de territorio otomano por otros estados.[2] Los anexos secretos del acuerdo trataban sobre la división de Macedonia entre los dos países, dejando la futura frontera entre ambos extremadamente vaga: Serbia se anexionaría los territorios al norte de los Montes Šar, Bulgaria aquellos al este del Struma y de los Montañas Ródope.[2] El resto de Macedonia quedaba sin asignar, aunque Serbia se comprometía a no exigir los territorios más allá de la línea Kriva Palanka-Veles-Ohrid, sin ocupar ninguna de las dos últimas poblaciones.[2] El resto podría dividirse entre Bulgaria y Grecia.[2] Ambos estados se comprometían a enviar 100.000 soldados al frente de Macedonia, suministrando Serbia un total de 150.000 tropas y Bulgaria 200.000.[2]
Más tarde Bulgaria llegó a un acuerdo más limitado con Grecia. Esta se negó a aceptar una Macedonia autónoma y reclamó, como Bulgaria, el puerto de Salónica.[2] Así, el acuerdo con Grecia fue puramente defensivo, ante las grandes diferencias entre las dos naciones.[2]
A continuación Serbia y Bulgaria comenzaron las negociaciones con Montenegro, que debía provocar al Imperio otomano para lograr el estallido de las hostilidades.[2] Rusia, consciente de que su alianza para frenar el poderío del Imperio austrohúngaro se había convertido en un pacto para atacar al Imperio otomano, trató de frenarla mediante diplomacia, logrando el acuerdo de Austria-Hungría.[3] El 8 de octubre de 1912 estas dos potencias advertían a los países balcánicos que los posibles cambios territoriales en la península no serían reconocidos por las grandes potencias, pero ese mismo día Montenegro desencadenaba un ataque contra los otomanos, apoyado inmediatamente por el resto de sus aliados.[3]
Primera guerra
Las operaciones contra el Imperio se desarrollaron sin grandes problemas: los ejércitos coaligados contaban con 700.000 hombres frente a los 320.000 otomanos y la flota griega bloqueaba la península, estorbando los refuerzos otomanos.[3]
Mientras los búlgaros se concentraban en atacar hacia Estambul y sitiaban Edirne con refuerzos serbios, los griegos ocupaban Salónica el 8 de noviembre de 1912 , a donde los búlgaros llegaban el día siguiente.[4] En Macedonia los serbios ocupaban poblaciones más allá de la línea de máxima expansión acordada con los búlgaros, haciéndose con Prilep, Bitola y Ohrid.[4] En el oeste, Serbia, decidida a lograr un puerto en el Mar Adriático, avanzó hacia Durrës, a pesar de ser el territorio de mayoría albanesa, y cercó Shkodër con ayuda de Montenegro.[4] En el suroeste Grecia atacó Janina.[4]
A comienzos de 1913 las posiciones otomanas en la península se limitaban a cuatro ciudades cercadas: Estambul, Edirne, Shkodër y Janina.[4] Las grandes potencias intervinieron entonces para decidir la asignación de territorios mediante la imposición en mayo del Tratado de Londres, que asignaba Edirne a Bulgaria, Creta a Grecia y creaba Albania gracias a la insistencia de Italia y Austria-Hungría, que no deseaban que Serbia contase con salida al Adriático.[4] Esta y Grecia, habiendo perdido los territorios albaneses ocupados en el conflicto, decidieron resarcirse en otro territorio.[4]
Segunda guerra
Serbia exigió entonces a Bulgaria extenderse más allá de lo acordado, alegando que había llevado el peso de los combates en Macedonia y había perdido su salida al mar, temiendo en realidad el poder de la nueva Bulgaria, que había logrado una salida al Mar Egeo y grandes territorios en Macedonia.[5] Grecia, a su vez, no deseaba una Ante la tensión creciente entre los antiguos aliados Serbia y Grecia llegaron a un pacto secreto por el que se dividían Macedonia al oeste del río Vardar, quedando el territorio al este del río para Bulgaria.
 [5] Pronto Montenegro y Rumania, que anhelaba tomar el sur de la Dobruja, se unieron al acuerdo.[5] El Imperio otomano comenzó a tratar también con los nuevos aliados.[5]
Mientras, Bulgaria se encontraba cada vez más aislada: tras su rechazo a la mediación rusa perdió el respaldo de esta, que apoyó las pretensiones serbias, mientras los austrohúngaros trataban con Grecia y Rumania. [6] Creyendo en su superiodad militar, Bulgaria atacó Serbia y Grecia el 29 de junio de 1913 .[6] Pronto los aliados de estas entraron en el conflicto y el 31 de julio de 1913 Bulgaria se veía obligada a firmar el armisticio, reconociendo su derrota.[6]
Este segundo conflicto conllevó grandes pérdidas territoriales para Bulgaria, que perdió el sur de Dobruja, concedido a Rumania y casi toda Macedonia a excepción de los territorios que rodeaban Strumica, aunque mantenía su acceso al Egeo a través de una franja de 120 kilómetros y el puerto de Dedeagatch.[6] Serbia obtenía casi todo el norte de Macedonia, el Imperio otomano recuperaba Edirne y la Tracia oriental mientras que Grecia ocupaba Epiro con Janina y se extendía unos 75 km. al norte y
Las Guerras supusieron las expulsión definitiva del Imperio otomano de la península de los
Balcanes salvo en el extremo oriental de Tracia, el establecimiento de fronteras casi definitivas que perduraron salvo breves intervalos durante las Guerras Mundiales y el nacimiento de Albania como estado independiente.[6] No resolvieron, sin embargo, las disputas territoriales entre los países balcánicos, manteniendo Bulgaria sus deseos de alcanzar las fronteras del Tratado de San Stefano y siendo los territorios de Macedonia, Tracia y Dobruja objeto de competencia.

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