miércoles, 6 de abril de 2011

Capitalismo


Es un sistema económico, que tiene vertientes políticas y sociales, en el que el capital predomina sobre el trabajo. El término (“kapitalism”) lo utilizó Carlos Marx por vez primera a mediados del siglo XIX. Éste sostenía que en el sistema capitalista los medios de producción (dinero, tierra, fábricas, máquinas, etc) están en manos de una clase social propietaria (la burguesía), en tanto que los trabajadores (proletarios) están desprovistos de cualquier pertenencia, lo que los obliga para sobrevivir a vender lo único que poseen, su fuerza de trabajo, percibiendo a cambio un salario. Pero Marx sostenía que ese salario que percibe el proletario no se correspondería con el valor del trabajo realizado, por el contrario, una parte del mismo (la plusvalía) se la apropiaría el capitalista, dando lugar a una acumulación de capital. El salario tan sólo permitiría reproducir la fuerza de trabajo (los obreros) y con él únicamente se atenderían las mínimas necesidades de subsistencia (alimento, vestido y poco más).
Independientemente del análisis que los autores marxistas realizan del sistema (modo de producción capitalista) se puede encontrar referencias al capitalismo desde otros ángulos. Así se habla de “economía de mercado” para designar la de aquellos países que permiten y alientan la propiedad privada de los medios de producción (capitalistas), frente a aquellos en los que es el Estado el único propietario de los mismos (comunistas).
También podemos encontrarnos con el término “economía mixta” para designar la de aquellos en donde se compagina la propiedad privada y la propiedad estatal o pública. Es lo que suele ocurrir en la mayor parte de los países industrializados no comunistas en nuestros días. Así por ejemplo, la Sanidad o la Educación (también otros sectores) están en manos tanto de empresarios privados (propietarios de colegios, hospitales, laboratorios, etc) como del Estado.
El más conocido y primer teórico del capitalismo fue Adam Smith. Éste sostenía que el interés y el enriquecimiento individual favorecen indirecta e inconscientemente el bienestar general de la sociedad, pues los empresarios, en su intento por satisfacer la demanda de bienes y con ello conseguir ganancias, producen riqueza. El Estado no debería pues, intervenir en la economía dejándoles que compitan entre sí en el mercado. Adam Smith estaba, por tanto, en franca oposición al mercantilismo todavía imperante en el mundo en que vivió.

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